viernes, 7 de mayo de 2004

La guerra del cine

He aprovechado la semana para ver dos películas a las que Irak ha vuelto a dar actualidad: La Batalla de Argel (Gillo Pontecorvo, 1965) y Black Hawk derribado (Ridley Scott, 2001). Ambas hablan de conflictos bélicos, herencia del colonialismo y potencias invasoras. Las dos son películas interesantes. Su punto de vista es, sin embargo, opuesto.

Pontecorvo narra en su obra la revolución y el nacimiento en Argelia del FLN (Frente de Liberación Nacional), como respuesta a la ocupación francesa. Rodado como un falso documental muestra la violencia terrorista, la guerra sucia por parte de las autoridades y, en definitiva, el correr de sangre inocente por la intolerancia política. Condena a los ocupantes, Francia, y justifica a los terroristas, que encima matan en nombre de Alá. ¿Panfleto izquierdista? Una gran película.

Black Hawk derribado es, en cambio, un videojuego con actores reales. La magistral puesta en escena de un campo de batalla: Mogadiscio, Somalia. Un grupo de marines ha de detener en territorio hostil a unos altos mandos rebeldes, cuyos argumentos no importan: son negros, flacuchos y parecen reproducirse como moscas, siempre con la misión de matar a los marines. Estos, que han ocupado el país para imponer (su) orden, se consideran a sí mismos héroes. ¿Onanismo yanqui? Un gran espectáculo.

¿Debemos juzgar una película bélica por el bando en el que lucha? Si es así, Ridley Scott es culpable. Su superficialidad llora la muerte de 17 americanos, pero desprecia a más de 1.000 cadáveres y a todo un pueblo condenado. Pero para otros no merecería mejor destino Pontecorvo, quien da un matiz casi heroico a dejar bombas en lugares públicos. En mi opinión cine es cine, y ambos pueden ser admirados. Cine por dinero o cine por ideas, por supuesto, pero en ambos casos mayúsculo cine.

jueves, 6 de mayo de 2004

La primera película de Larry y Andy

Para casi todo el mundo, los enigmáticos hermanos Wachowski nacen en 1999 con Matrix. Pero después de ver Bound (en España, Lazos Ardientes), su primera película, puede afirmarse lo contrario: su talento muere, al menos hasta el momento, justo después de rodar su exitosa y futurista farsa.

Bound, o Lazos Ardientes, fue rodada en 1996, y sigue la estela iniciada por Tarantino u otros hermanos, los Coen, de reinterpretar el clásico cine negro añadiéndole mucha sangre y, con ella, situaciones cómicas.

Sin embargo Bound va más allá, ofreciendo novedades que la convierten en memorable. La mayor de ellas es que la trama se sustenta básicamente sobre dos mujeres, amantes, lo que ofrece un nuevo punto de vista sobre el siempre viril y homoerótico (sub)mundo de los mafiosos.

Partir de esa mirada femenina permite, sobre todo, desmitificar a esos ominosos sujetos, tantas veces ensalzados e incluso admirados por directores como Coppola o Scorsese. Los Wachowski, y con ellos las mujeres de la película, los contemplan como lo que son: viles, traidores, asesinos y, sobre todo, machistas. A destruirlos y, por supuesto, quedarse con su dinero se dedican durante la cinta las dos bellas amazonas.

Intrigante desde el primer al último fotograma, Bound desarrolla a la perfección su trama, recurre a unos perfectos intérpretes (destacable, por muchas razones, la irresistible Gina Gershon) y se construye en apenas dos escenarios: las habitaciones contiguas de un edificio de apartamentos. A los Wachowski les sobró con tan pocos elementos para hacer una espléndida ópera prima. Lástima que luego les dieran tanto para hacer lo contrario: una incomprensible opereta para primos.

Van Helsing y otros derivados literarios

Van Helsing, el cazador de monstruos roba un personaje secundario de un clásico literario del siglo XIX para construir una nueva obra. El recurso de tomar un desvío menor en una obra mayor tiene gracia e historia. Pienso en el capítulo del Quijote dedicado a Sancho gobernador de Barataria o en la diversificación que hizo Dante Quinterno en la Argentina con la saga de Patoruzú, Isidoro y sus precuelas, Patoruzito e Isidorito.

Debe de haber mejores ejercicios de derivación que Van Helsing. Una precuela de Moby Dick sin Ismael, centrada en el episodio que le hizo perder la pierna al capitán Ahab, por ejemplo. Lo admirable sería que el producto secundario terminara siendo superior al original. Seguro hay casos. [PS: ¡La novia de Frankenstein!] ¿Es mejor Tom Sawyer o Huckleberry Finn?